miércoles, 19 de marzo de 2008

FUI POR UNA CAMISA Y SALÍ SIN CORDONES
Gracias al señor (mi tío Carlos) trabajo los fines d semana en la distinguidísima Taberna El Perreo, ubicada en el centro d Bogotá. Ya me suponía q las ventas estarían buenísimas el viernes pasado así q llegué muy puntual (faltando 10 min.). Estaba entusiasmado porque cortar limones y naranjas es lo más divertido q hago últimamente. «Muévase, atienda rápido, limpie bien, no reciba visitas, ¿donde está mi picada?, este muchacho está todo perdido, está quemado». Estaba yo volando aquel viernes, en menos d una hora ya había cuatro mandados (en dos d ellos tuve q visitar a doña Esputa y don Expósito en otro cambiar billetes por monedas –no es tan fácil como uno se lo supone–), me había encargado d surtir la nevera y había empezado a cortar cuando fui enviado a comprar una camisa para la nueva mesera q para variar bien podría hacer chorrear la baba, no como las profesionales dl servicio (d las mesas). No hice preguntas y fui directamente adonde fui enviado con $50.000 (cerca d las fufas). Cualquiera podría creer q me entusiasmé en aquel sector y por eso no volví a El Perreo y tampoco volví a ver la plata. Como las camisas costaban casi el doble d lo presupuestado, me dirigí a trote veloz hacia el sector d San Victorino donde por puro morbo compraría una camisa talla M en vez d L. Pasaron dos muchachos corriendo y enseguida los chúcaros me cogieron dizque por rata, cuando me metieron las manos (a los bolsillos), encontraron su regalito dl Día d las velitas (aquellos $50.000) y no importó q dijera q yo trabajo en El Perreo y referir el número d teléfono, menos importó eso en un CAI donde los tombos decían: «La ratica nos va a tramar d q trabaja» y me metieron en una mini-celda con diez tipos más, al rato nos subieron al camión y unos tipos me decían q cuánta plata tenía para ‘abrirnos’ puesto q hasta tenía ‘cara d secuestrable’ y q al tombo se le nota q le gusta más la plata q la comida. También me dijeron q me iban a ‘judicializar’, q uno d ellos ya estuvo en la Modelo… Luego d un paseo en camión llegamos a la estación d El Guavio y nos metieron en un calabozo oscuro y con ducha incorporada (vaya yo a saber d dónde caía tanta agua). Nos instalamos en el fondo y con hojas d la libreta d apuntes d ‘la ratica’ (o sea yo) armaron unos bareticos y como yo me la paso aguantando hambre y débil, quedé muy trabado, al ratico llegó el ‘güimpi’ y mandaron por un pollito y gaseosa, comí una presa, una papa y pan con gaseosa y otra vez pal camión. En el camión me hablaban d ‘parar el brinco’, ‘la autopsia’ y un poco d pendejadas q no recuerdo bien, hablaban d modelos d celulares con cámara, youtube, parlantes y yo no sé qué, se embalarían por un no-sé-qué, «ahorita recuperamos la platica, huy, hay está la clientela», «¿viene con nosotros?», respondí «sí, sí, sí (en medio d la traba tan asquerosa), eso parece fácil». Y siguieron horas d paseo por la circunvalar, la estación tercera, la Plaza d Bolívar, el septimazo, Las Aguas, San Diego, La Perse. En la Perse la gente cerró una calle con una llanta quemada (creo), lo q sí recuerdo bien es q le enviaron un volador a uno d los tombos (había dos d esas cosas q parecen minibases y no sé cuantas motos además dl camión) y casi le roza las patas; d la Perse no levantaron a nadie (pal camión). Más vueltas q pa El Guavio, etc. Ya por el Parque Nacional soltaron al primero.
–Mi cabo, mi cabo, le doy veinte.
–Muéstrelos. Nombre (luego d recibir).
–Bla bla bla.
–Salga (luego d tachar el nombre en la lista).
El tombo se hizo casi doscientos en un ratico.
–Cabo, cuatro por cuarenta, decían mis compañeros d parranda.
–¿Qué creyeron? Eso no alcanza.
Al final salieron tres por cincuenta y cinco en la treinta y pico con trece con el propósito d recuperar esa platica, mientras yo me entristecí, por la pérdida dl nuevo puesto d ‘trabajo’ (otro desafortunado efecto d la traba). Resignado me acosté a dormir en el camión y desperté con un costado meado. Más paseos, sin mucho q destacar a excepción d la severa paliza q le propinó un tombo a un man q no sé por qué putas subió al camión. Le cascó tanto q lo soltó en la Pésima con Diecisiete porque estamos en navidad.
–Señor agente, déjeme salir: estamos en navidá, usté dijo.
–¿Quién fue el hijueputa q dijo eso?
–Nadie –respondimos algunos.
A las tres y media a.m. llegamos por fin a la tan ya por todos anhelada UPJ. Nos requisaron y luego entramos a un espacio amplio lleno d bancas metálicas y dormí aunque estaba mojado y con frío. Al otro día unos muchachos q estaban porque según ellos iban a un toque en el Jorge Eliécer y les echaron la culpa d tirarse unas cosas q valen como cien mil y q no fueron ellos, me compartieron algo d pan y los almuerzos q les llevaron (allá la comida la requisan como si se tratara d trapos viejos). Yo les dije q me cogieron por madrear un hijueputa chúcaro (aunque no les dije por qué lo madrié). En horas d la tarde me puse a escribir algo titulado «¿Si t dijera sí, no me dirías no?» y los gomelos se burlaron: “bitácora dl capitán”, yo sólo comí callado. A las cinco me dieron salida y me fui hasta El Perreo por una camiseta limpia, a lavarme un poco y comerme uno d los dos choco-ramos q había dejado (el otro desapareció inexplicablemente). Mi tío me estaba guardando $50.000 con los q repuse los que los chúcaros se / me encontraron. Cuando llegué al lugar en q vive mi papito, me vació por güevón, q quién me manda correr, q si acaso no me van a descontar esa plata, q mi tío trae la mala suerte, q ando con la sal pegada al culo, q eso me pasa por no ser buen hijo, etc. y me bañé.
Como valor d orgullo ya no me voy a sentir ignorante cuando me hablen d la UPJ, allá nadie me violó, ni me robo (aparte d los tombos), ni etc. Ahora conozco unos d los lugares más mencionados por la gente d mi contexto, es como un sitio d atracción turística y además tuve una experiencia muy deportiva.
Ahora escribo este mensaje con plata q me prestó mi tío y q hoy tengo q ganarme y lo q es bien no me agrada para nada saber q a un parcero esa noche d las velitas, casi se le va la vida en un puntazo, sin güisqui y como diría él por su complejo d velar por los intereses d los menos favorecidos o como diría mi papá por güevón, mejor dicho lo q sea q diga no cambiará ni reparará ni hará justicia ni hará la diferencia.
Leonardo Lozano

4 comentarios:

Anónimo dijo...

estas narraciones son las que deberían prevalecer en la historia bogotana, donde el socialismo en el poder no hace mucho por cambiar las costumbres de quienes ostentan asi sea un mínimo poder.(se esperaría mas ...)
Certera ironía.
Me complace que hayan mejorado la parte visual (foto..) de la página, no se pq no quitan la oscurecida foto con Silva a cuestas; ver al Roca (creo) emparaguado con Dennis, dos petardos en diferente estilo, no estimulo el ojo.

Anónimo dijo...

deberían promocionar mas la página en instancias físicas...

Anónimo dijo...

ep me parece muy interezante
lo de la camisa y yo pense q eso pasaba en ciencia gficcion

Anónimo dijo...

leo te felicito, sigue cultivando ese don que la vida te otorgo, esta narracion hace pensar a todo el mundo sobre nuestra realidad, una realidad que todos padecemos pero que muy pocos nos acordamos y peor aun ni siquiera tratamos de cambiar aunque sea un poquito...
sigue adelante que para alla es que apunta una carrera de exito