El miércoles 8 de agosto, los negacionistas cumplimos nuestra cita con lo inexorable. La asistencia fue la habitual. El resultado, el mismo.
Como al interior del grupo afortunadamente –¿para quién?– existen diferencias, optamos por una de las dos posibilidades que hay, entre caballeros, para disipar un conflicto, disolver un problema: o a golpes, o emborrachándose y olvidándolo por el momento. Así que nos fuimos a beber a un buen sitio.
Discutimos, discernimos, disentimos. No llegamos a ninguna parte. Fuimos con otros dos sujetos en busca de hierba. No todos fumamos. Hablamos de sexo y en eso tampoco estuvimos de acuerdo.
Luego nos despedimos.
Al sábado siguiente quedamos de vernos para que yo hiciera la lectura de los poemas que planeo publicar y recibiera comentarios y críticas.
Invité a unas cuantas personas. Ninguna fue. Los dos que habían quedado de reunirse con los otros dos negacionistas tampoco llegaron.
En fin. Leí.
Cenamos opíparamente.
Barry preparó un suculento plato en el apartamento de Bibiana –los nombres o mejor una letra de ellos ha sido cambiada–, donde nos habíamos reunido.
Preparamos una serie de actividades y un par de lecturas. Cada vez somos menos, en número no en personas –incluso creo que la relación es inversamente proporcional. Pero esa es otra historia.
Como al interior del grupo afortunadamente –¿para quién?– existen diferencias, optamos por una de las dos posibilidades que hay, entre caballeros, para disipar un conflicto, disolver un problema: o a golpes, o emborrachándose y olvidándolo por el momento. Así que nos fuimos a beber a un buen sitio.
Discutimos, discernimos, disentimos. No llegamos a ninguna parte. Fuimos con otros dos sujetos en busca de hierba. No todos fumamos. Hablamos de sexo y en eso tampoco estuvimos de acuerdo.
Luego nos despedimos.
Al sábado siguiente quedamos de vernos para que yo hiciera la lectura de los poemas que planeo publicar y recibiera comentarios y críticas.
Invité a unas cuantas personas. Ninguna fue. Los dos que habían quedado de reunirse con los otros dos negacionistas tampoco llegaron.
En fin. Leí.
Cenamos opíparamente.
Barry preparó un suculento plato en el apartamento de Bibiana –los nombres o mejor una letra de ellos ha sido cambiada–, donde nos habíamos reunido.
Preparamos una serie de actividades y un par de lecturas. Cada vez somos menos, en número no en personas –incluso creo que la relación es inversamente proporcional. Pero esa es otra historia.
Pablo Estrada
Por ahora, si les parece, pueden leer los comentarios y ver la entrevista para Los Impresentables:
http://www.eltiempo.com/participacion/blogs/default/un_articulo.php?id_blog=3717838&id_recurso=500000398&random=5378
http://www.eltiempo.com/participacion/blogs/default/un_articulo.php?id_blog=3717838&id_recurso=500000398&random=5378